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Abstract
El impacto de los roedores en la salud pública está representado por la transmisión directa o indirecta de una variedad de enfermedades al ser humano y a sus animales domésticos. Los tipos de enfermedades transmisibles al ser humano con participación de roedores pueden ser clasificadas como: bacteriosis, parasitosis, micosis y virosis. Las vías de transmisión de enfermedades pueden ser por contacto, aerosoles y vectores. La transmisión por vectores es una forma relativamente común de propagación de enfermedades, cuyo reservorio sean los roedores. Algunas especies de roedores domiciliares, la rata negra (Rattus rattus), la rata gris o de caño (Rattus norvegicus) y el ratón casero o bodeguero (Mus musculus), son reconocidas mundialmente como transmisoras importantes de enfermedades al ser humano. Sin embargo, en la transmisión de algunas enfermedades puede existir una participación importante de especies de roedores de origen nativo. Algunas enfermedades tienen como reservorio natural a especies nativas, las cuales pueden tener poco o ningún contacto con las personas; sin embargo, el contacto entre especies nativas y exóticas, y de exóticas y personas permite la transmisión de esas enfermedades hasta al ser humano. Por lo tanto, es importante conocer la epidemiología de la enfermedad para poder entenderla en su verdadera dimensión, incluyendo el conocimiento del proceso de transmisión desde el origen de la enfermedad hasta el huésped final, para tomar acciones preventivas o combativas de la enfermedad. La intervención de alguno de los componentes del proceso de transmisión de una enfermedad que conlleve a la interrupción del proceso, limita que la enfermedad se transmita. La situación de un problema de salud pública con participación de roedores puede ser simplificada reconociendo la existencia de tres ambientes interrelacionados. El primero es el de origen del agente causal de la enfermedad, el cual puede ser de poco acceso para las personas. El segundo está representado por aquel en donde habitan los reservorios intermedios y el tercero donde se encuentran a las personas susceptibles al impacto del agente. Algunas alteraciones en estos ambientes pueden favorecer la propagación de las enfermedades. Por ejemplo, los cambios en el uso del suelo en el primer ambiente pueden permitir el acceso de las personas a estos sitios y por ende estar más expuestos a la transmisión de enfermedades. Otros cambios pueden ocurrir en el ambiente en donde se encuentra el huésped final, tales como incrementos en la población humana, que conlleve a un mayor contacto entre personas, o bien modificaciones en las condiciones de higiene que favorezcan la transmisión de enfermedades. Por lo anterior, es conveniente analizar estos ambientes y determinar cuáles son las condiciones que propician la presencia y establecimiento de reservorios, o favorecen la propagación de las enfermedades, de tal manera que tomemos acciones para reducir o evitar que dichas condiciones sean propicias para la transmisión de enfermedades.